Una coca zero a mi izquierda. Un cuadro frente a mi nariz.
A la derecha un pueblo con aires de mar. Y a mis espaldas, mi hombre.
Hacia el lado de mi futuro, un micrófono.
20 horas para empezar a andar un camino que no es nuevo en contenidos
pero si en recorridos.
20 horas.
Espero que no sean 20 horas sin dormir para esperar.
20. Y nada más.
Después de miles de horas invertidas, llegó el momento.
Ahora, la sensación es rara...
Desde la confitería de un hotel a 80 kilómetros de mi casa, trato de escribir.
Llega una media luna con un corto mensaje escrito en un papel violeta y me distrae.
Voces. Extrañas voces.
Esas no existen cuando escribo desde mi lugar.
Habrá que acostumbrarse.
Miro la coca, miro el cuadro, miro la gente pasar a través de una cortina rara.
Soy la misma pero qué distinto se siente...
No hay comentarios:
Publicar un comentario